sábado, 14 de abril de 2018

ALTERNATIVAS FRENTE A LA CRISIS DE LA EDUCACIÓN CAPITALISTA


Alternativas frente a la crisis de la educación capitalista
                                                                                Por Carlos Villacorta Valles
                                                                            odesi12@yahoo.es

Por una educación transformadora. Parte VI

Exactamente casi todos sabemos que, el sistema educativo actual impulsa nuestra adaptación al sistema socioeconómico que vivimos, nos adapta y la defiende, porque responde a los intereses de las clases que tienen el poder económico.

Los que contribuimos en la forja de una nueva sociedad, tenemos que impulsar una educación que cuestione el sistema y contribuya en su transformación, razón por la cual, la alternativa más cercana a este objetivo es la forja de una educación transformadora.

   ¿Qué es una educación transformadora?

Educación transformadora o pedagogía para la Transformación, es un proceso teórico y práctico, que busca ser la ciencia de mejoramiento de la educación para contribuir con el cambio social estructural y la forja de la Sociedad Mejor. Significa pensar y ejecutar científicamente las cosas, principalmente el trabajo en el aula que debe ser laboratorio de análisis y síntesis de nuestra realidad; desentrañar todos los problemas que dificultan el aprendizaje integral de nuestros alumnos. Significa concebir la vida y el mundo como un proceso, la realidad como objeto del conocimiento, interpretación y transformación; significa reconstruir nuestra práctica y nuestros conocimientos a través del pensamiento científico.

Pedagogía para la Transformación, es pensar la sociedad más allá de lo establecido y construir un mundo mejor  como perspectiva. En síntesis, Pedagogía para la  Transformación significa enseñar y educar para interpretar y transformar el mundo.

Paulo Freire decía en “Pedagogía del Oprimido” (Pág. 105) que, más si decir la palabra verdadera que es trabajo, que es praxis, es transformar el mundo; decirla, no es privilegio de algunos hombres sino derecho de todos los hombres. Precisamente por esto, nadie puede decir la palabra verdadera solo, o decirla para los otros, en un acto de prescripción con el cual quita a los demás el derecho de decirla. Decir la palabra, referida al mundo que se ha de transformar, implica un encuentro de los hombres para esta transformación. Indudablemente se está refiriendo al trabajo colectivo, al trabajo de todos, uno solo poco o nada puede hacer, por ello también decía que, nadie se educa solo todos nos educamos en comunión y en comunidad por cierto, por no decir comunitariamente.
Por ello comparto, esta mis disquisiciones teóricas y prácticas, invocando y sembrando el derecho de cogerlo todo e impulsar una Pedagogía para la Transformación.

Ahora bien, una Pedagogía  para la Transformación no lo vamos a encontrar exclusivamente en los libros, fundamentalmente lo vamos a extraer de la realidad que vamos a interpretar y transformar. Y, la realidad actual es el sistema capitalista imperial que nos toca vivir, que basa su desarrollo en la estructura productiva (economía y capital) como fin supremo, relegando al hombre al último lugar y utilizando precisamente la educación y toda la superestructura como la política, ideología, cultura, arte, literatura y religión, como sus sostenedores y al maestro como instrumento de ello.

En ese sentido, una Pedagogía para la Transformación no constituye un sistema acabado; es un proceso; es la dialéctica que se desenvuelve en la educación, se introduce científicamente en el proceso educativo y en los principios didácticos buscando descubrir las leyes y metas del aprendizaje y la enseñanza que todavía no conocemos. Tal educación sólo puede apoyarse en los maestros dialécticos y, en nuestro tiempo, todos los maestros debemos ser dialécticos.

¿Qué significa ser Maestro Dialéctico?

Ser Maestro Dialéctico significa aprender y aplicar una Pedagogía para la Transformación, es decir, pensar y actuar científicamente; mirar la educación como un proceso social, cuyas características, objetivos, metas y principios didácticos están determinados por la realidad de un momento o período histórico concreto determinado.

 Ser Maestro Dialéctico significa mirar que los principios didácticos interactúan, están íntimamente relacionados entre sí, son un sistema integrado, de tal manera que no podemos aplicar alguno de ellos sin que los demás no estén comprometidos; por supuesto en diferente grado de intensidad en su actuación.

Ser Maestro Dialéctico significa transformar las condiciones y actitudes poco favorables en energía y fuerza liberadora de uno mismo y del otro ser humano que sufre y no quiere reconocerlo.

Ser Maestro Dialéctico significa pensar y comprobar que la educación no es neutra ni aséptica y, que sólo la conciencia científica y crítica nos puede ayudar en su transformación.

Sólo la dialéctica es el principio didáctico fundamental que acude como apoyo básico y determinante para una Pedagogía para la Transformación.

Pero, me preguntarás ¿Qué son los principios didácticos? Y ¿Cuáles son los que contribuyen con una Pedagogía para la Transformación?

Los principios didácticos son el conjunto de normas fundamentales más generales que empleamos los maestros para concretizar el proceso de enseñanza y aprendizaje. Se aplican para todas las áreas del conocimiento, para todas las asignaturas, en todas las etapas y la organización de la enseñanza y el aprendizaje en una clase determinada; incluso puede extenderse a la elaboración de los planes de trabajo, los materiales didácticos, el plan de evaluación, etc.

Los principios didácticos en  una Pedagogía  para la Transformación deben ser una práctica de experimentación científica constante y deben tener una íntima relación e interactuar con la dialéctica. Por ello, tomando como base la dialéctica, como sugerencia, los fundamentales pueden ser los siguientes:

      1.- Íntima relación entre teoría y práctica. Siendo lo determinante la práctica. Significa partir de la realidad. Conocerla para transformarla.

      2.- En el mundo y la sociedad nada es definitivo ni sagrado. Sólo el movimiento y el cambio son absolutos.

      3.- Todo interactúa, se interrelaciona. No existen cosas aisladas ni procesos aislados: Incluso la soledad está encadenada a una gama de motivos, procesos, actitudes y necesidades.

      4.- Una educación democrático-científica sólo es consustancial a una enseñanza también democrático-científica.

      5.- Lo concreto y lo abstracto forman una unidad de contrarios.

      6.- Maestro y alumno interactúan y aprenden mutuamente.

      7.- La actividad individual y la actividad comunitaria forman parte de un solo engranaje educativo, dirimiendo responsabilidades individuales y responsabilidades colectivas.

      8.- El análisis y la síntesis como proceso de sistematización de la comprensión de los fenómenos, forman una unidad científica.

      9.- La causa y el efecto son parte de un mismo problema o fenómeno; donde es fundamental estudiar las causas para resolver los efectos.

      10.- La vida es una contradicción permanente. Lucha y unidad de contrarios permanente que empujan la transformación en uno u otro sentido: Lo bueno en determinadas circunstancias puede transformarse en malo, así como lo malo en bueno; la dicha en tristeza y la tristeza en dicha, etc.

Si usted mi amigo lector, estudia detenidamente y en forma dialéctica los principios didácticos antes descritos, se va a dar cuenta que guardan una íntima relación entre ellos. Si aplica uno de ellos, reitero, entran en actividad los demás.

Sólo la práctica educativa sincera, franca y leal nos puede conducir a una educación para, por y con la transformación y nos transforma en maestros dialécticos. Sólo hay que superar nuestra indiferencia, dogmatismo y mecanización. Recuperar nuestras funciones intelectuales, ante todo, la memoria y la capacidad colectiva del trabajo. También superar nuestras vergüenzas, temores, prejuicios y, sobre todo, la indiferencia que nos vuelve ciegos mirando nuestras miserias.

Por otro lado, las escuelas pueden ser activas y nuevas, pero, si no contribuyen con la transformación de la sociedad, no cumplen con su función. A no ser para seguir haciendo lo mismo.

Comprender y no olvidar que, una Pedagogía para la Transformación es un proceso que se rige por las leyes del desarrollo social. Combatir y derrotar el olvido y abrir la mente, es garantía para la implementación de una Pedagogía para la Transformación. De lo contrario seguiremos “muertos”. Y como dice José Saramago en su novela Todos los nombres: “La muerte definitiva es el olvido. Lo que se olvida, muere. Lo que no es tomado en cuenta, deja de existir aunque aparentemente viva”

Y, mientras el cerebro y la realidad se den la mano, habrá batallas justas y correctas de transformación. Seguiremos vivos, aun después de muertos.

  IMPORTANCIA PARA LA EDUCACIÓN, EL APRENDIZAJE Y LA SOCIEDAD ACTUAL DE UNA PEDAGOGÍA PARA LA TRANSFORMACIÓN (Próximo jueves)

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